Por Guillermo Romero Salamanca

Santiago de Compostela se consolidó rápidamente como centro de peregrinación internacional desde los siglos XI y XIII.

Unas 350 mil personas lo registran al año. Llegan de América, Australia, Asia y de infinidad de pueblos y ciudades de Europa. Unos se preparan para andar 100 kilómetros, pero hay otros que llegan a los 500 e incluso un poco más.

Los peregrinos se levantan temprano y, a pesar de las inclemencias por las lluvias, el frío o el extremo calo, simplemente caminan. Llevan sus bastones, sus gorros, ropa liviana y un sueño: llegar a Santiago de Compostela.

Unos reciben quemaduras en la piel, otros, algunas heridas por caídas o accidentes que no faltan y unos más ven ampollados sus pies. Otros han encontrado la muerte porque el corazón ya no les aguantó más o, por el cansancio físico.

Un día, por ejemplo, a Tom Avery, un reputado oftalmólogo estadounidense, le comunican que su hijo Daniel, con el que nunca ha tenido buenas relaciones, ha muerto en los Pirineos durante un tiempo. Tom, desolado, viaja a Francia y, cuando averigua que su hijo estaba haciendo el Camino de Santiago, decide terminar la ruta en su honor.

The Way: la película, ha sido uno de los factores que más peregrinos ha aportado al Camino de Santiago. La encuentran inspiradora y que invita a comenzar el Camino de Santiago.

“Recorrer los muchos kilómetros que cruzaron Galicia en esta peregrinación exige una preparación física adecuada y un buen equipamiento. Para los que deciden ir a pie, y llevar una vida sedentaria, iniciar una preparación selectiva un par de meses antes de comenzar el Camino. Se puede comenzar con caminatas de una hora y después ir aumentando el tiempo y la distancia hasta poder superar un recorrido medio aproximado de unos 20 km (4-6 horas), que es lo que puede comprender una etapa entre albergue y albergue en una jornada media de nuestra peregrinación”, explica Pitusa Fariña Reboredo, de la oficina de Promoción de la Xunta de Galicia.

“Pero lo importante es llegar con alegría y con el corazón dispuesto a disfrutar y vivir una gran experiencia”, agrega.

RECOMENDACIONES PARA LOS CAMINANTES

  • Obtener la credencial de peregrino. Resulta indispensable para poder pasar la noche en cualquiera de los albergues de la Red Pública de Albergues del Camino de Santiago en Galicia y para solicitar la Compostela al llegar a la meta de nuestro peregrinaje, si hemos recorrido 100 km a pie o a caballo, o 200 si es en bicicleta.
  • El objetivo es adquirir fondo físico y movilidad articular (protegerse de las molestas tendinitis), por lo que resulta aconsejable y necesario un complemento de estiramientos suaves antes y después de la caminata. Además, una vez iniciada la preparación, busquemos trazados que combinen llanos con subidas y bajadas de mayor o menor intensidad y por cualquier terreno.
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  • Es importante también la hidratación siempre durante el ejercicio. Asimismo, nos podemos ayudar de un bordón, o uno o dos bastones, que en terrenos inclinados pueden reducir entre un 20 y un 30% la sobrecarga en las rodillas.
  • Debes prepararte previamente antes de iniciar el Camino de Santiago: haz caminatas las semanas previas, entrenamientos que irás aumentando gradualmente en tiempo y dificultad.
  • Planifica las etapas y la forma de hacerlas de manera personalizada. Que el Camino se adapte a tus capacidades físicas y objetivos. Dosifica el esfuerzo y sigue tu propio ritmo. El Camino no es una carrera. Tan importante es el trayecto como la meta.
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  • Los ejercicios de calentamiento y estiramiento muscular han de ser constantes mientras se está haciendo la ruta. Presta especial atención a los gemelos.
  • Si haces el Camino en bicicleta, procura que sean etapas de entre 60 y 100 km. Ve acompañado y ten especial cuidado con el tráfico y con los peregrinos que van a pie. La época ideal para hacerlo es a inicios de septiembre (clima agradable y días aún largos).
  • Los ejercicios de calentamiento y estiramiento muscular han de ser constantes mientras se está haciendo la ruta
  • El calzado ha de ser ya usado y adaptado el pie, no uno nuevo. Lo mejor son las botas de trekking o de montaña, preferiblemente con suela dura. Lleva, además, sandalias o chanclas para los momentos de descanso.
  • La mochila debe adaptarse al contorno de la espalda para que podamos mantener una postura corporal correcta. El peso debe ir cercano al eje del cuerpo.
  • Lleva lo básico e imprescindible y nunca pases de los 10 kg. Rodillas, tendones y pies son nuestros puntos débiles; esguinces o tendinitis, las lesiones más frecuentes, que deberás cuidar ya desde el principio (con algún analgésico para el dolor, pomadas antiinflamatorias, vendajes compresivos o masajes).
  • Unos calcetines adecuados son fundamentales: preferentemente de algodón y sin costuras. Si usas botas, lleva otro par de calcetines de lana. Mantenlos siempre limpios.
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  • No te olvides de incorporar un pequeño botiquín con lo indispensable para el cuidado de los pies y la protección de la piel (agujas hipodérmicas, apósitos de gelatina, tiritas, vendas, unas tijeras pequeñas, crema solar e hidratante).
  • Nuestra alimentación debe ser ligera, con aportes importantes de hidratos de carbono. Y una buena hidratación: debes tomar líquidos antes, durante y después de la caminata, alrededor de dos litros de agua al día.
  • No hagas el Camino de noche. Ni antes del alba ni después de la puesta de sol. La ruta está trazada y señalizada para caminar con la luz del día.
  • Galicia es una tierra húmeda, fértil, con lluvias durante buena parte del año. Es un atractivo que nutre y da esplendor al paisaje, y también un condicionante que debemos prever. Las temperaturas nunca serán extremas: oscilan entre los 25 y 30 grados en las jornadas estivales de más calor (julio y agosto), y los 0-5 grados de mínimas en zonas puntuales de interior y montaña.
  • Ante cualquier emergencia puedes llamar al número 112. Gratuito, funciona las 24 horas todos los días del año. Atiende cualquier demanda de urgencia o emergencia.
  • Y una última recomendación: no tires nada al Camino. Hay contenedores en cada pueblo para depositar los desperdicios. Cuida esta ruta milenaria que ante ti se extiende, y protege.
  • Pero, sobre todo, a preparar el cuerpo y el alma para una experiencia inolvidable.

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