Por Guillermo Romero Salamanca

“Si señor, soy el autor y compositor del tema “Vagabundo soy”, con más de 190 versiones, pero las regalías no me llegan”, dice don Segundo Julio Carhuajulca Capuñay, oriundo de Cayalti, Chiclayo, en el Perú, tierra del sudado, el cuy frito y el caldo verde, entre otros.

En la década de los ochenta, los compositores peruanos tuvieron gran impacto en la discografía colombiana. Dos grandes buscadores de éxitos trasladaron temas folclóricos de las calles limeñas y los convirtieron en éxitos: Javier García de Discos Fuentes y Rafael Mejía de Codiscos.

Mientras Javier recorría los almacenes y puestos de ventas de discos en las plazas de mercado de Lima, Rafael Mejía escuchaba cientos de casetes que llegaban a Medellín desde Perú. Era una competencia bárbara.

En 1984 Rafael ubicó a Julio Carhuajulca, quien tenía su grupo Palo Santo y lanzó un álbum que se convirtió muy pronto en un hit. Incluía temas como “Hace un año” del maestro Julio y “La revancha” del maestro Hugo Almanza. El secreto: dos trompetas y un requinto mágico.

El grupo se hizo popular en Colombia, incluso recibió disco de oro por parte de Codiscos en el programa “Sabariedades” que se grabó en La Media Torta de Bogotá.

Expresivo como siempre don Julio cuenta apartes de su vida como escribir una novela.

En Cayalti a las guitarras las llaman como “palos” y entonces, por el juicio de don Julio, le pusieron “santo”. Palabras que unió en 1968 para conformar su agrupación. Gracias a su maestría con ese instrumento don Julio figuras de la música peruana como Lucho Barrios, Luis Abanto Morales, Jesús Vásquez, Lucha Reyes, Anamelba, y Los Trovadores del Norte de Rafael Otero López, entre otros, le pidieron que los acompañara.

También tocó con los ídolos ecuatorianos Olimpo Cárdenas y Julio Jaramillo.

Es autor de «No te vayas», «Ya no te quiero», «Que contenta estás» y otros grabados en Argentina, Ecuador, Colombia, México, Santo Domingo y Venezuela por figuras como Ovalle y su Orquesta, Miltinho, Memim, Pastor López, Oswaldo Barrera, Los Melódicos, Cecilio Alva, Ana Lucía Proaño, Juan Ramón y Rodolfo Aicardi, entre otros.

La vida de don Julio es una novela. Gracias a su talento para componer y para ejecutar la guitarra ha recorrido casi toda América Latina. Ahora, con 83 años, ya no anda solo por el mundo como antes, porque su hija Lucero, lo consiente y lo protege al máximo.

Don Julio es autor del clásico «Vagabundo soy», tema que vendió millones de copias y que tiene alrededor de 190 versiones. Es muy estricto a la hora de autorizar una grabación: pide respeto por su composición y que no le cambien la letra.

Sus discos en la década del 80, cuando Colombiana gozaba con su música.

–¿Y cómo compuso Vagabundo soy?, pregunta que le habrán hecho mil veces.

Don Julio suelta la carcajada y relata.

“Yo tocaba con el Trío La Rosa en Caracas. Mi esposa, doña Sonia Valer, me repetía una y otra vez que dejara la bohemia, beber, pero sobre todo de llegar tarde a la casa. Pero una noche nos contrataron para tocarles a unos ingenieros de petróleo en El Rincón Mexicano, en la capital venezolana. Tocamos y cantamos un montón de horas y claro, cuando corro una cortina, veo que ya el sol está alumbrando en su esplendor. Asustado me fui para la casa, reflexionando sobre el nuevo llamado de atención por llegar atrasado. Asustado, la vi lavando los pañales de nuestra hija Lucero Felisa. Cuando me quiso decir algo, saqué la guitarra y comencé a cantar:

Déjame vivir mi vida
Yo no soy malo con nadie
Déjame vivir mi vida
Yo no soy malo con nadie

Si soy un borracho, si soy un perdido
Si soy mujeriego, si soy un bandido
Yo vago en el mundo, yo soy vagabundo.

En ese momento la señora le dijo: “espere, vuélvela a cantar, si la hace completa, le hago un ceviche en la tarde y le doy una cervecita”.

–Cuzqueña, por favor y bien fría, atinó a decir don Julio mientras daba gracias a Dios por el milagro de evitarle el regaño.

–Si pues.

Y el hombre tuvo la valentía para cantarle a la señora semejante tema y además le completó el mensaje con un par de versos:

Mi vida a nadie le importa
Ni el camino que llevo
Mi vida a nadie le importa
Ni el camino que llevo

A nadie le pido, a nadie le debo
Y aunque no me crea, con todos me llevo
Yo vago en el mundo, yo soy vagabundo.

A doña Sonia le gustó el tema. Igual ella era cantante y sabía que sería una gran canción.

Cansado, trasnochado buscó la cama y a las cinco de la tarde despertó al sentir el olor a ceviche. Allí estaba también la cerveza fría.

Doña Sonia le dio una sorpresa: había grabado a escondidas la canción. “Esto será un gran éxito si lo grabas”.

–Si pues, dijo don Julio y días después hizo una versión en bolero.

En 1985 el inmortal Rodolfo Aicardi, lo grabó para Discos Fuentes, con una versión tropical y se volvió en un hit internacional.

Un gran suceso para la vida del noble compositor.

Con su orquesta Palo Santo recorrió Perú, Ecuador, Venezuela y llegó a Colombia donde se hizo popular, pero sus sueños estaban en México y Estados Unidos.

Allí llegó luego de años de tocar hasta en la Plaza Garibaldi donde fue secuestrado. Sus captores pensaron que el director de Palo Santo era millonario. Lo sacaron de la ciudad y luego de quitarle su argolla, sus papeles, los billetes que cargaba, lo abandonaron en un paraje.

Se trasladó a Estados Unidos donde vivió algunos años, pero regresó a su amada Perú para gritar al estilo Polo Campo: “Con la P de la patria, la E del esfuerzo, la R del rifle y la U de la Unión”.

No obstante, repasa su vida y compone a diario. Incluso escribió “A ti Colombia”, porque la novela de su vida aún continúa y tiene en su repertorio “La revancha”. Espera, eso sí, volver a los escenarios que tanta fama le dieron en su recorrido por Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Pereira, Santiago de Cali.

“Es que aún a mis 83 años, vagabundo soy” y suelta una estruendosa carcajada.

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