Con elegancia, porte, talento y mucho esfuerzo, Alejandro León, el participante que imitó al cantante español Camilo Sesto, se convirtió en el ganador de la noche final de Yo me llamo. El imitador se llevó a casa 500 millones de pesos luego de vencer en las votaciones a su compañero, el también talentoso Klismann Moncada quien imitó a Maluma.

Aunque en la primera audición no logró convencer del todo a los exigentes jurados, al cantar Melina, Yo me llamo Camilo Sesto demostró tener la capacidad de escuchar y poner en práctica los consejos de Amparo Grisales, César Escola y Yeison.

Jiménez, y con la ayuda de sus profesores en la Escuela, logró superar cada una de sus presentaciones que lograron llevarlo hasta el último instante de la competencia.

Durante la noche final, el representante de Armenia, Quindío, cantó Melina y Fresa Salvaje dos de las canciones favoritas del público. Además, en medio de la emotiva noche, el imitador revivió algunos de los momentos más significativos en su paso por el concurso de imitación musical.

Los imitadores de Maluma, Camilo Sesto y Leonardo Favio sorprendieron a los televidentes y al público al interpretar La vida es bonita y hacer de la noche, una velada inolvidable. Además, con todo el sentimiento cantaron Mujeres divinas e hicieron un homenaje muy especial a las mujeres de Colombia.

Al finalizar, Carlos Calero y Melina Ramírez fueron los encargados de cerrar una versión más del concurso anunciando los resultados en donde fueron los televidentes los encargados de elegir a su imitador favorito.

–Los colombianos fueron los encargados de elegirlo como el ganador de esta versión de Yo me llamo ¿Qué les quiere decir?

–¡Que gracias! Gracias por apoyarme y ayudarme a idealizar mis sueños. Gracias por apoyar a los jóvenes y por apostarle al romanticismo de las letras de Camilo Sesto, que no los voy a defraudar y que pronto estaré pagando todos esos votos yendo a cantar a cada rincón de Colombia, encontrándomelos y dándoles mucho agradecimiento y amor.

–¿Cuál es la mejor enseñanza que le dejó la Escuela de Yo me llamo?

–La Escuela nos enseñó a apoyarnos, a ser más incondicionales con los compañeros y a no dejar de soñar, no dejar que los comentarios negativos de las personas influyan en lo que quieren alcanzar, sino que, por el contrario, hay que ignorarlos por completo. La mejor enseñanza fue la humildad y el ser uno mismo.

–¿Cuál fue el momento más duro y el más feliz durante la competencia?

–El más difícil, y que definitivamente me marcó, fue la primera audición porque la garganta se me cerró por completo por los nervios y mi voz no surgió como yo siempre había querido y lo había ensayado, los jurados lo notaron, y yo era consciente de que el sueño se me estaba yendo de las manos, me puse triste al escuchar sus comentarios porque me dijeron que no creían que pudiera con este personaje.  Lo único que hice fue aferrarme a esos días en los que me preparé, esas noches en las que le pedí a Dios que me llenara de gracia y de determinación para mejorar cada aspecto, hasta que saqué mis fuerzas, y no me rendí. El momento más feliz fue seguir avanzando y ver que nunca quedé en riesgo, que todo mi esfuerzo valía la pena.

–¿Qué le quisiera decir a los jurados?

–Les agradezco porque nos han ayudado a ser la mejor versión de nosotros mismos, a ver cosas que no sabíamos que debíamos cambiar, y también cosas buenas. Gracias por ser los pintores de este hermoso retrato llamado Yo me llamo. Daría cualquier cosa por conocerlos más como personas, nos llenaron de alegría e inspiración a nosotros y a las personas que vienen en el camino luchando por sus sueños.

–¿Cuál fue la presentación más especial?

–La más especial para mí fue en la de Original y copia, porque, aunque no conocí al real, sentí que estuvo ahí conmigo, que hubo magia, sentí algo extraño en el escenario. Fue como si algo se apodera de mí y todo surgió muy especial. Fue muy lindo verme ahí.

–¿Qué hará con el dinero que se ganó?

–Se que es una responsabilidad muy grande, hay que invertirlo muy bien, primero quiero un lote en el Quindío bien grande, una finca en donde mis papás puedan vivir conmigo, pero también siempre pensando en qué invertir. Además, quiero una fundación para recibir a los animales y seguir ayudando a los abuelitos.  (GRS-Prensa).

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