Por Guillermo Romero Salamanca

Llegó diciembre, mes de parranda y de animación y por todos los rincones sonará, una vez más, la música de Guillermo de Jesús Buitrago Henríquez.

Pueden desempacar salsa vieja, boleros, pachangas, Billos Caracas Boys, El Binomio de Oro, Diomedes, Carlos Vives, Shakira, los reguetoneros, pero el rey será el jilguero de la Sierra Nevada, el cienaguero, el “mono” Buitrago.

Colombia aún no le ha dado la trascendencia y la importancia que merece.

Músico, compositor, guitarrista, cantante, arreglista, trabajador incansable, descubridor de nuevos talentos, redactor, publicista, grabador y poeta.

Nació en Ciénaga, Magdalena el 1 de abril de 1920, cuando ese departamento contenía también al Atlántico, La Guajira y el Cesar.

Su padre, don Roberto de Jesús Buitrago Muñoz, un comerciante de Marinilla, Antioquia abandonó a su familia cuando el futuro músico era un niño. Su madre, doña Teresa Mercedes Henríquez, vio cómo su hijo dominaba la guitarra y le animó a seguir su carrera.

Tenía 14 años cuando conoció en Santa Marta al joven Julio César Bovea. Los dos muchachos recorrieron toda la Provincia de Padilla llevando su música, escuchando canciones y participando en decenas de parrandas vallenatas.

En 1940 en Colombia no había aún disqueras ni siquiera prensas para hacer los discos, los cuales eran importados de Estados Unidos, Chile o Argentina.

Animado por la novedad, en 1943 (¿), Guillermo Buitrago grabó el primer vallenato “Las cosas de las mujeres”, con el juglar Abel Antonio Villa, según han analizado historiadores como el maestro Julio Oñate Martínez.

Después no paró su producción discográfica. Inauguró la industria en Fuentes. El 12 de marzo de 1943 grabó en el tercer piso de Emisoras Fuentes las dos primeras canciones para esa empresa: “Las mujeres a mí no me quieren” y “Compae Helidoro”.

Guillermo Buitrago y su familia. Foto: lalupacienaga.com.co

Algunos suman que fueron 250 canciones de paseos vallenatos, merengues, pero también hicieron vals y boleros.

Fue el primero en grabar “La gota fría”, con el nombre de “Qué criterio”, del maestro Emiliano Zuleta Baquero y se convirtió al final en el tema vallenato más popular en el mundo. Tiene versiones hechas por artistas como María Dolores Pradera, Paloma San Basilio, Julio Iglesias y hasta orquestas japonesas.

Fue un promotor permanente. Iba a las emisoras existentes a llevar música ya comentar sobre sus canciones, pero, sobre todo, a cantar. En varias de ellas quedaron los primeros jingles, gracias a la agilidad mental para crear que tenía Buitrago. Dentro de los comerciales que se han podido rescatar está “el ron de vinola”.

Fue el creador de la primera revista de relatos sociales y se denominó “Cantaleta”.

“Es invaluable el trabajo que hizo el maestro Guillermo de Jesús Buitrago Henríquez. Es tan grande que no nos cabe en la cabeza toda la tarea que adelantó en tan poco tiempo. Pero gracias a él se debe que se haya creado Sayco, que las emisoras tengan música, que se haya creado una industria discográfica y que se les haya dado empleo a miles de personas. Es inmenso el maestro Buitrago”, comentó César Ahumada, gerente de Sayco.

“El éxito de Los 50 de Joselito obedece, en gran parte, a las interpretaciones que hemos hecho del maestro Guillermo Buitrago y en todas las presentaciones por Colombia y en el exterior, en el repertorio deben ir al menos unas 15 canciones de él. Por esta temporada no puede faltar “La víspera de año nuevo”, contó el productor Álvaro “chocolate” Quintero.

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Buitrago le grabó a José Barros, “Arbolito de Navidad”.

“Como ignorar a Buitrago, quien no solo fue la primera estrella de la música popular colombiana, fue también fue una especie de mecenas de muchos compositores sin los que hoy no podría ser concebido el folclore del país. Sacó del anonimato a Rafael Escalona, ​​a Emiliano Zuleta, a Abel Antonio Villa -de quien fue gran amigo-, a Tobías Enrique Pumarejo, a Chema Gómez, a Luis Pitre ya Eulalio Meléndez, el compositor de «La piña madura»”, dice el profesor Horacio Dorado Gómez.

“Las mujeres a mí no me quieren”, “Compae Heliodoro”, “La hija de mi comadre”, “Ron de vinola”, “Qué criterio”, “El hijo de la luna”, “Grito vagabundo”, “El huerfanito ”, La araña picúa”, “La víspera de año nuevo”, “Dame tu mujer José”, “El tigre guapo” y 50 éxitos más son himnos en diferentes regiones del país.

Han pasado más de 80 años de aquellas grabaciones. Los productores no han encontrado ni siquiera un imitador. Su voz, su carácter, su forma de ser, su carisma, lo hizo un grande. Cuentan que cuando iba a una emisora, decenas de personas se agolpaban en las puertas para verlo.

El 19 de abril de 1949, solo, en su casa, dejó de existir. Las versiones sobre su deceso van desde un envenenamiento, una cirrosis y unos más que fue una neumonía. Su guitarra se quedó en un rincón.

En Ciénaga reconocieron su labor muchos años después, el Festival de la Leyenda Vallenata le debe un reconocimiento, el Ministerio de Cultura aún no se ha pronunciado, pero en el corazón de todos los colombianos está su música y en los pies su baile.

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